LA POBREZA COMO PROBLEMA POLÍTICO
'la pobreza como problema político se da por la corrupción que vivimos y que hay en nuestro país, esto se da ya que nosotros somos muy pobres de alma y pensamiento, muchas veces al elegir candidatos al congreso siempre nos vendemos, votamos por aquel que nos regala un plato de lechona, una camiseta, etcétera.
por eso este país esta como esta ya que nosotros mismos somos culpables de nuestra pobreza, y aun así nos damos cuenta y seguimos cometiendo los mismos errores, que triste es saber que somos muy huecos por dentro , y que no hacemos nada por cambiar. '
"La pobreza como problema político
Según el libro El desafío cristiano, la miseria en nuestras sociedades es técnicamente erradica ble todo se reduce a un problema de voluntad política
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Jose Miró i Ardèvol
La pobreza que se ve en nuestras calles y que se mantiene y crece más o menos oculta en nuestras ciudades y pueblos es esencialmente un problema de prioridades políticas, esto es, moral.
Cáritas, la mayor organización católica de lucha contra la pobreza, nos informa cada año de su evolución. Sus cifras muestran los límites y, por tanto, el fracaso del estado del bienestar donde la pobreza deje de ser una categoría social, algo que afecta a muchas personas y queda reducido a una patología personal, a un hecho muy minoritario.
En realidad no es una cuestión de recursos sino de prioridades y, por tanto, es un hecho político que exige una respuesta equivalente, aunque de menor envergadura, que el subsidio de paro, la sanidad gratuita y las pensiones, que significaron en el pasado el cambio social histórico para la clase trabajadora.
Hoy, los pobres podrían emerger mayoritariamente de su situación si se produjera un replanteamiento de los objetivos prioritarios de la sociedad y un nuevo enfoque para hacerles frente tal y como se produjo para construir el estado del bienestar.
En este sentido, una primera e inmediata exigencia es que nadie quede en situación de pobreza, de manera que el sistema asistencial fundamentado en la promoción social y humana llegara a todos, y que para aquellos que por razones de edad o salud son irrecuperables, hubiera una red de atención digna y con capacidad suficiente.
Este es el nivel básico, la solución completa requiere de un replanteamiento más a fondo que es el paso de la concepción patológica de la pobreza y su tratamiento aislado y paliativo, a otro donde la misma sociedad genera mecanismos de recuperación social, porque dispone de una cota muy alta de capital social: la existencia de una comunidad responsable y la menor intervención estatal favorecería la disminución de las patologías y la capacidad regeneradora.
Esto exige una reducción del peso del Estado en este campo y el fin de su intervencionismo costoso y escasamente eficaz. Tan sólo hace falta comparar los presupuestos de Cáritas con los de las áreas de la administración central y autonómica donde se concentran las prestaciones sociales.
La eficacia, expresada en términos de euros que se dedican a prestaciones y los que se dispensan en mover la máquina, presentan una relación entre cuatro y dos veces mejores en el caso de la organización católica. Los circuitos burocráticos de poder central, autonómico y municipal (en las grandes ciudades) son largos y pesados, a la vez que costosos. Cada euro que llega a su destino social exige de 2 a 3 para mover lo .
Si el procedimiento se simplificara y los recursos quedaran en manos de la propia sociedad vía desgravaciones, por ejemplo, la cantidad real de que se dispondría se vería, en el peor de los casos, duplicada sin incrementar las necesidades presupuestarias. Las familias, las comunidades y las empresas podrían decidir dentro de un mínimo de condiciones, en qué se aplican sus recursos.
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